viernes, 26 de diciembre de 2014

Inteligencia emocional en secundaria. ¿Por dónde empezamos?

La inteligencia emocional se ha puesto de moda estos últimos años. Está adquiriendo tanta importancia que muchos se plantean la posibilidad de incluirla en el currículo de Secundaria, dentro de una asignatura llamada “Educación emocional”. Pero, ¿qué es la inteligencia emocional? ¿Para qué sirve? ¿Tan importante es como para impartirla en la ESO?

La inteligencia emocional es la capacidad de sentir, entender y aplicar eficazmente el poder y la agudeza de nuestras emociones. Éstas son una fuente de energía humana, conexión, influencia e información. En un principio fue definida por Peter Salovey y John Mayer (1990) como la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de los demás, y de usarlos como una guía para el pensamiento y la acción. Dentro de este tipo de inteligencia destacan las siguientes habilidades: empatía, expresión y comprensión de los sentimientos, control de nuestro propio carácter, independencia, capacidad de adaptación, habilidades sociales y respeto. Vamos a profundizar en las habilidades mencionadas.

1.- Empatía. Se define como la capacidad del ser humano para ponerse en el lugar de la otra persona. Es una habilidad muy necesaria para vivir en sociedad que muchos adolescentes todavía no han desarrollado o ni siquiera la utilizan. La frase: Camina un rato con mis zapatos (proverbio árabe), refleja claramente la esencia de esta habilidad. Si somos capaces de ponernos en el lugar del otro, probablemente nuestro comportamiento dejará de ser malvado y entenderemos mejor su situación.

2.- Expresión y comprensión de sentimientos. Los sentimientos y las emociones son adaptativos. Es decir: son necesarios y comunes en la especie humana. No debemos ni podemos negarlos y/o apagarlos. La tristeza, por ejemplo, es una reacción necesaria para encontrar apoyo social. Al igual que la ira o el enfado, necesarios para expresar nuestro descontento. Pero debemos aprender a expresarlos, eligiendo la forma, la persona que los recibe, el lugar y la intensidad (no podemos romper una puerta por el mero hecho de estar enfadados). Comprender a la persona que expresa unos sentimientos y unas emociones, servirá en gran medida para ayudarle.

3.- Control de nuestro propio carácter. Lo dicho en el párrafo anterior va de la mano de este punto. Es muy importante saber controlar nuestras emociones, sentimientos y, ante todo, nuestro carácter. Si somos suficientemente inteligentes, emocionalmente hablando, seremos capaces de autorregular nuestro carácter interior y evitar sobresaltarnos ante opiniones contrarias a las nuestras. Si alguien nos dice que opina que el tabaco es bueno para la salud y, en cambio, nosotros pensamos lo contrario porque tenemos a un familiar enfermo de cáncer de pulmón, deberemos expresar nuestra opinión de manera asertiva siempre.

4.- Independencia. Debemos ser lo suficientemente independientes en la vida como para no dejarnos llevar por las opiniones de los demás. Tu felicidad depende de ti y tú eres dueño de tu destino. No dejes que otra persona cree en ti dependencia emocional.

5.- Capacidad de adaptación. Saber adaptarse a las condiciones del entorno nos ayudará a ser más fuertes. Un alumno que ha aprendido a adaptarse al período de exámenes (con su estudio intenso, gran cantidad de información por memorizar, etc) obtendrá mejores resultados que otro que no lo ha conseguido todavía.

6.- Habilidades sociales. En este blog estoy insistiendo muchísimo en este término. Sin habilidades sociales no vamos a ningún sitio. Son necesarias para obtener relaciones interpersonales más satisfactorias y productivas, y para vivir con paz y armonía en sociedad.

7.- Respeto. Si soy capaz de expresar mis emociones y opiniones, y entender/comprender las del otro, debo ser capaz de respetarlas también. No sirven las risas, críticas destructivas o agresiones hacia la otra parte. El respeto es uno de los pilares de la convivencia en sociedad.


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